Las grandes expectativas que teníamos para la
movilización del 1° de septiembre comenzaron a hacerse realidad desde las
primeras horas de ese día. En
nuestra ida al punto de encuentro desde
donde comenzaría la caminata, atravesamos
una ciudad de calles despejadas, como de domingo. Lo interpretamos como señal
de que la gente se estaba preparando y aquel día la gran mayoría de los venezolanos
se avocaría, de una forma u otra, a la
manifestación.
La gente había llegado desde temprano. A las 9 de la
mañana una gran multitud, que continuaba creciendo, llenaba la Avenida
O’higgins. Una amplia reunión
de personas, diversa, compuesta por
vecinos de la zona y grupos venidos de sectores como La Vega, Caricuao,
Carapita, La Pastora, La Cota 905 y el 23 de Enero. Diferentes líderes comunitarios traían
pancartas con consignas de apoyo al RR y que identificaban a sus
comunidades. Fue una primera impresión
de aliento. Ante la intensa campaña del Gobierno Madurista de
desmoralización e intimidación, que
durante semanas había buscado minar la
voluntad de las personas, se había producido una respuesta de participación
masiva, dando la cara con orgullo y retando al miedo.
Sobre todo, sentimos que
aquella era una muestra palpable y contundente de nuestra verdadera naturaleza
de convivencia y reencuentro. El discurso de violencia y polarización, con el
que se nos ha bombardeado desde el gobierno, que convierte expresiones de
descontento en actos terroristas y busca imponer la confrontación hostil como
única forma de resolución a los problemas de los venezolanos, se nos mostró en aquel primer momento de la marcha
en toda su magnitud de mentira e insulto;
una representación falsa e irresponsable
de nuestra situación por parte un grupo desconectado del país para intentar
justificar su presencia en el poder.
Las siguientes horas de
la marcha, en una ruta que nos llevó por la Avenida Victoria y Las Mercedes hasta llegar a hasta la Avenida Francisco de
Miranda, no hizo sino confirmar esta realidad.
Los episodios irregulares
que se produjeron en el Rosal y la Libertador, por grupos aislados de una u
otra tendencia, fueron hechos aislados en medio de un manifestación de inmensas
proporciones , llevada a cabo por las diversas personas que participaron con una
actitud ejemplar a de civismo y profunda responsabilidad.
Esto se vio no sólo en
las personas que marchamos durante toda la jornada, sino en la gente que acompañó e interactuó con los manifestantes. Al pasar por edificios de la Misión Vivienda a
lo largo de la ruta, conversamos con algunos residentes de los mismos, que
aunque no participaban en la marcha, respetan
nuestro derecho sin mayores complicaciones. Algunas personas incluso los invitaban
a sumarse, siempre en medio de un intercambio cordial y de entendimiento. En
la Madariaga atravesamos la zona controlada por la GN sin problemas. Nuestro
desenvolvimiento, ordenado y pacificado, no dio pie a ninguna intervención de los contingentes del ejército
con los que nos cruzamos. Conocimos testimonios de gente que dio la
mano a soldados, con incluso algunos de ellos expresando su apoyo a la
manifestación. A la marcha se sumaron grupos de personas que desde el día anterior
se trasladaron a Caracas desde distintos puntos del país, a pesar de los
cierres de vías y alcabalas. En la Avenida Victoria, por ejemplo, señoras que
venían de buscar bolsas de comida ayudaron y acompañaron a los marchantes,
antes de volver a sus casas. Durante
toda la jornada el mensaje de los manifestantes fue claro: estamos aquí para
expresar el descontento ante la situación, a exigir la activación de mecanismos
democráticos para cambiarla, expresar en nuestras acciones la firme voluntad de
lograr nuestros objetivos sin violencia, juntos, sin dejarnos imponer la agenda
de violencia y confrontación obcecada que el gobierno y su dirigencia insiste
en imponernos.
Llegamos al municipio Chacao
alrededor del mediodía. Un inmenso
caudal de gente salido del Municipio Libertador, unido a multitudes venidas de
todos los puntos de Caracas y de ciudades y pueblos de Venezuela. La jornada culminaba y se convertía en hito
de la construcción de una solución de convivencia y encuentro en oposición a la
cultura de violencia a la que el
gobierno busca darle continuidad.
La grave situación de
crisis que atravesamos, con su carga de dificultades y problemas, exige sacar lo mejor en nosotros para enfrentarnos a ella. Nos muestra un camino donde asumimos la
importancia de nuestra participación activa y responsable para promover y
activar soluciones democráticas y de convivencia. Para nosotros la muestra de
esta conciencia se ha materializado en esta manifestación del 1°de septiembre. Es un logro indiscutible y muestra la
dirección a la que dirigiremos nuestros próximos pasos.
Roberto Patiño
Coordinador de Movimiento Mi Convive
Miembro de Primero Justicia
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