El miércoles 26 salimos a marchar acompañando a personas y líderes de los sectores populares del municipio Libertador, partiendo desde la plaza O’higgins, en Caracas. La convocatoria fue sin duda menor a la del 1°de septiembre pero logró reunir a un grupo numeroso de gente. Era considerable la cantidad de piquetes de la Guardia Nacional colocados a lo largo de la ruta y logramos sortearlos consiguiendo alternativas que nos permitieron alcanzar la autopista.
Pudimos atravesar de forma no violenta un último piquete de la Guardia Nacional y continuar nuestra marcha hacia el punto de concentración en La Carlota. Nuestra experiencia difirió de otras ciudadesdel país, donde la represión por fuerzas del orden público y el ataque de grupos afectos al gobierno resultó en un gran número de manifestantes heridos y apresados arbitrariamente. Formas de represión violenta y persecución política promovidas desde el Estado que no pudieron contener el caudal de personas que a nivel nacional salieron a expresar su descontento y hartazgo ante el actual gobierno, la situación del país y la confiscación de las vías democráticas de participación.
La diversidad y número de los que marchábamos testimoniaba el gran rechazo que el gobierno de Nicolás Maduro ha logrado generar en el país. Un descontento que creemos ha llegado a un punto álgido al anularse el Referendo Revocatorio. El momento es de gran tensión y descontento, en el que existe la exigencia de resoluciones inmediatas, ante una situación que, sobre todo en los ámbitos de la crisis alimentaria y médica, es insostenible para amplios sectores de la población. Ante esto el gobierno se ha atrincherado en el poder y apelado al uso indiscriminado y sectario de entes del Estado, la instrumentalización de la violencia y el bloqueo de los mecanismos democráticos.
La salida a la calle de los venezolanos se ha convertido en la única herramienta de resistencia, presión y exigencia para lograr enfrentar al régimen y generar cambios en la situación.
Este nuevo escenario implica una serie de retos tanto para las personas como para su liderazgo. Como lo hemos dicho con anterioridad para la MUD implica la apertura inmediata a diferentes sectores más allá de lo político, para la construcción de una agenda real, con capacidad de representar los intereses de los diversos sectores nacionales. Actualmente no solo existe la necesidad de recuperar unas mínimas coordenadas democráticas (cronogramas electorales, independencia de los poderes, cese a la persecución y hostigamiento políticos, por ejemplo), sino también un cambio radical del gobierno y sus políticas frente a la crisis, la atención inmediata de las emergencias alimentarias y médicas nacionales, así como la creación de un marco de convivencia que permita las condiciones para la gobernabilidad del país.
Para la gente marca el comienzo de un nuevo tipo de participación política más crítica, y diferente a la de los eventos electorales. Ahora es prioritaria la búsqueda de alianzas, el establecimiento de redes y la organización en grupos que permitan integrar los diversos sectores que buscan el cambio de gobierno. También implica el asumir un proceso de transformación de la realidad donde no existen soluciones inmediatas y únicas, y que exigirá el esfuerzo, la templanza, el sentido común y la conciencia de todos.
Como lo hemos visto en nuestro trabajo diario, el ejemplo de las comunidades populares en la solución de problemas es revelador y apropiado para el momento que atravesamos. Allí se apela a formas convivenciales y solidarias, donde la organización de las personas y la creación y puesta en práctica de iniciativas logran resultados exitosos frente a problemas tan graves como la violencia criminal.
Casos como los de Catuche nos muestran historias de personas inmersas en contextos adversos, frente a grupos empoderados por la violencia. A través del encuentro entre la misma comunidad y la asistencia de otros sectores sociales (en este caso particular, la Iglesia y las universidades), implementan acciones concertadas y novedosas que logran transformaciones que superan los resultados de las acciones policiales y estatales.
La realidad dictatorial del gobierno y el recrudecimiento de la crisis, ha terminado por llevarnos a la calle, para exigir cambios y transformaciones. Y es desde de la calle, donde todos nos estamos encontrando, de donde debe salir la maneras y la fuerza para lograrlo.
Coordinador de Movimiento Mi convive
Miembro de Primero Justicia