Monday, July 25, 2016

El momento de la solidaridad

        

           En nuestro país hay niños que se desmayan en las aulas, debilitados por el hambre. Madres que se quitan la comida de la boca para poder alimentar a sus hijos y no tienen idea de cómo harán mañana para conseguir alimentos. Personas trabajadoras y proveedoras de familia para quienes un almuerzo son mangos que tienen la fortuna de recoger en las calles. 
Nos encontramos en un momento de profunda gravedad de la crisis alimentaria. Sus efectos se sienten a lo largo de todo el país, afectando a las grandes mayorías venezolanas. Hay grupos en mayor riesgo. De estos el más sensible y el que amerita toda nuestra atención, es sin duda el de nuestros niños.
Los niños en edad preescolar y escolar necesitan de una alimentación completa y constante para asegurar el desarrollo normal de sus capacidades físicas e intelectuales. Las fallas y deficiencias nutricionales que se produzcan en este estadio tendrán consecuencias negativas directas en su desarrollo posterior.
Estudios como los de la fundación Bengoa, muestran que la desnutrición en niños menores de 5 años en nuestro país ha alcanzado el 10% y para los niños de educación escolar el 30%. En lo inmediato esto significa que los más pequeños podrán sufrir de fatiga, anemia, diabetes y riesgo de enfermedades hipertensivas. A largo plazo podrían presentarse trastornos de crecimiento y desarrollo y de atención y rendimiento escolar, que de continuar esta situación en el tiempo serían irreversibles.
Esta crisis alimentaria pone en peligro la vida y el futuro de toda una generación de venezolanos.
 A mediados del pasado mes de junio, un equipo liderado por Juan Maragall, Secretario de Educación de Miranda, realizó un sondeo en unos 170 planteles del estado, alertados por el altísimo índice de abstención (¡51%!) que se había registrado en las escuelas. Se entrevistaron a casi 3.000 alumnos y maestras. Los datos recogidos sobre el problema alimentario no dejaron duda de la gravedad de la situación. En esa muestra, 1 de cada 3 alumnos estaba comiendo una o dos veces al día. Más del 80% de los alumnos temía quedarse sin comida. L[AC1] a mitad de los niños entrevistados  se había ido a la cama con hambre, por falta de alimentos, al menos una vez a la semana. La investigación subrayaba el papel de los Planes de Alimentación Escolar, y su importancia para las comunidades. 13% de los niños, por ejemplo, no asistían a clase cuando no había comida en la escuela.
En Caracas Mi Convive recogimos testimonios de la gente en este mismo sentido, en nuestro trabajo en las zonas de 23 de Enero, San Agustín, La Pastora y Catia. La mayor preocupación de las personas era la comida y cómo poder alimentar a los más pequeños. Junto con líderes y actores de la comunidad iniciamos la actividad de sancochos comunales para abordar el problema y organizarnos para enfrentarlo, buscando apoyos con otras organizaciones y sectores de la sociedad. Hasta el momento hemos realizado más de 30, con la participación de unas 3.600 personas, entre adultos y niños.
El siguiente paso ha sido articular la iniciativa de los sancochos  con la escuela Fe y Alegría del sector Los Telares de Ruiz Pineda. Esa articulación nace desde nuestra experiencia en el reconocimiento de la importancia de las escuelas en las comunidades, como espacios alrededor de los cuales se producen situaciones de encuentro y apoyo de y para la gente. En estos momentos, como bien señala Maragall, son también la fuente de alimentación a la que muchas familias acuden para poder dar de comer a sus hijos en medio de la crisis.
Con nuestra propuesta en Los Telares, buscamos generar un  equipo de al menos 8 personas de la comunidad, con insumos suficientes para asegurar una comida al día los próximos tres meses para al menos 120 niños en edad escolar, los más vulnerables. Queremos establecer un modelo que pueda reproducirse en otros planteles, siempre con el trabajo de las comunidades, otras organizaciones y ayuda del sector privado.
La gobernación de Miranda también ha decidido mantener abiertas sus escuelas durante el periodo de vacaciones, en un esfuerzo por mantener activos y en funcionamiento los Programas de Alimentación Escolar. Creemos que esta iniciativa debería ser replicada a nivel nacional y recibir todo el apoyo del Estado, sin condicionamientos ni parcialidades sectarias y partidistas.  
Necesitamos acciones que enfrenten la crisis con la articulación de personas e instituciones, donde la comunidad tenga un papel activo en conjunción con los gobiernos locales y el Estado, y que propicien el encuentro entre los venezolanos. No planes elaborados con criterios irreales, administrados para el beneficio de unos pocos y provocadores de conflicto y retaliación. 
Nos encontramos en un momento de profunda gravedad de la crisis alimentaria. Grandes mayorías desesperadas se enfrentan todos los días a la  realidad de pesadilla de no tener que darle de comer a sus hijos.  
Pero nos encontramos también en el momento de la solidaridad.
Tenemos la oportunidad de dar lo mejor de nosotros. Nuestra contribución, cualquiera que sea y a la escala que podamos hacerla, será el primer paso para salir de esta enorme crisis que nos ha tocado.
Podemos empezar aquí y ahora: ayudemos a mantener abiertas las escuelas en vacaciones, apoyémoslas para que puedan continuar alimentado a nuestros niños.
Ellos nos lo están reclamando.


Roberto Patiño
Coordinador de Movimiento Mi convive
Miembro de Primero Justicia


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