Monday, August 1, 2016

El hambre no es mentira y la solidaridad no es un crimen

         
 El gobierno venezolano ha asumido a través de sus acciones y discurso un comportamiento en el que ha negado la gravedad de crisis alimentaria, evadido culpas, achacándoselas a otros con el argumento de la guerra económica, y difamado e intimidado a las personas y organizaciones que denuncian la situación o trabajaban para enfrentarla, ligándolas de una forma indignante a complots internacionales y amenazas conspirativas e insultando, reprimiendo y denigrando a los afectados por el problema.
En días recientes, programas de medios estatales reaccionaron en esta misma tónica, con acusaciones y aseveraciones maliciosas, completamente erradas e infundadas, generadas a partir del reporte en una reconocida cadena internacional sobre la situación en una localidad, en Ruiz Pineda,  ligada a una de nuestras actividades. Otros organismos del estado acudieron, incluso, a “monitorear” la situación.
La actividad se trataba de la iniciativa de Sancocho Comunitario. En  nuestro trabajo en las comunidades de 23 de Enero, San Agustín, Catia y Pinto Salinas, se hizo evidente que la crisis alimentaria alcanzaba niveles inéditos y alarmantes: eran terribles  los testimonios de necesidad que compartían con nosotros las personas con las que trabajábamos y muy grande el número de niños acudiendo a las actividades pidiendo comida.
Para nosotros fue imposible desentendernos de esta realidad y junto con la comunidad, recuperamos la tradición popular de la celebración del sancocho, alrededor del cual la gente se reunía a compartir y alimentarse con familiares, amigos y vecinos, haciéndolo operativa con otras organizaciones y personas de diversos sectores de la ciudad.
Cuando un sancocho, un acto gregario generado por los mismos integrantes de la comunidad en colaboración con organizaciones y personas (es decir: familiares, amigos y vecinos), es tratado por el Estado como una acción subversiva, un acto de traición a la patria o la muestra hostil de un complot internacional, el Estado está, sencillamente, criminalizando la convivencia y la solidaridad y a aquellos que la promueven y la ejercen.
Nos está diciendo que las únicas relaciones que permitirá entre nosotros serán de desconfianza, enemistad y sumisión. Que nuestra vida tiene que estar regida por el miedo, la carencia y el rencor.
Y esto no podemos aceptarlo.
Hemos realizado más de 30 sancochos con la participación de 3200 personas y se continúa trabajando activamente para reproducirlos en otros puntos de la ciudad. No pretendemos darle una solución definitiva al complejo problema de la crisis alimentaria, pero si una respuesta inmediata a partir de la solidaridad que nos exige el momento y la responsabilidad con el otro.
En nuestra experiencia, anteriormente en sólo en dos ocasiones,  un colectivo local y un grupo de individuos intentaron detener la realización de los sancochos, bajo los argumentos de que miembros de nuestra organización no podía realizar actividades en “sus” territorios y desconociendo la voluntad de las personas de la comunidad. Fueron los mismos integrantes de la comunidad (gente, recalcamos,  de distintas tendencias políticas) los que buscaron otros espacios cercanos e intercedieron, con firmeza y sin violencia, para lograr continuar con la comida.
Hace tres años creamos junto con Leandro Buzón el movimiento Caracas Mi Convive. Trabajamos con individuos y comunidades de diferentes sectores y con visiones distintas a las nuestras, agrupados a partir del compromiso por la convivencia, la solidaridad y la búsqueda de soluciones reales que surjan desde la comunidad y en donde esta sea protagonista y primera beneficiaria. 
Son relaciones construidas con los años. Para nosotros es un orgullo y un honor poder compartir  todos los días con las personas y grupos que nos permiten trabajar con ellos y acompañarlos.
             Nuestro trabajo en Caracas Mi Convive se da a partir de la necesidad de enfrentar la violencia, no sólo como problema sino como una cultura que nos ha traído dolor y desconfianza e inhabilita la clave para el avance social: la colaboración entre todos. De saber y reconocer que en nosotros existe una necesidad de encontrarnos y compartir. Que claro que es posible enfrentar esta terrible situación en la que nos encontramos y salir de ella fortalecidos, estrechando los lazos que nos unen y creando unos nuevos.
Que tenemos que tener un sentido de responsabilidad para con nosotros y los demás.
El problema de carencia de alimentos existe y nos está afectando a todos, no forma parte de un guión o una pieza de propaganda. Hay que reconocerlo y actuar de inmediato en la medida de nuestras posibilidades, para enfrentarlo y ayudar a otros a hacerlo.
La convivencia no es un eslogan publicitario, ni un truco egoísta para ganarnos simpatías o favores, es el vínculo sincero que nos permite vivir en conjunto y construir un  futuro auténtico como personas y grupos.
El hambre no es mentira y la solidaridad no es un crimen.
El trabajo que tenemos es muy duro y Caracas Mi Convive, como tantos otros en estos momentos, continuará haciéndolo.
Lo otro es validar el odio, la desgracia y la confrontación y eso es algo que la inmensa mayoría de los venezolanos está demostrando que no quiere y, sobre todo, no se merece.


Roberto Patiño
Coordinador de Movimiento Mi convive
Miembro de Primero Justicia



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