El escenario de “la calle” ha tomado una nueva importancia en los tiempos actuales. El recrudecimiento dela crisis histórica que atravesamos gracias a las políticas nocivas del régimen Madurista, la intensificación de la represión y el sectarismo y, por último, el quiebre de los mecanismos democráticos que culminó en la paralización del RR, se han producido en medio de una realidad nacional de urgencia y nos lleva, como venezolanos, a reconsiderar las formas de participación populares.
En este espacio hemos hablado anteriormente de la falsa disyuntiva entre Diálogo y “Calle”, afirmando que la presión multitudinaria, manifestándose públicamente, es necesaria para presionar a un gobierno como el de Nicolás Maduro, que controla todos los mecanismos del Estado y ha inhibido espacios democráticos como la Asamblea Nacional. También hemos mencionado la necesidad de la dirigencia opositora de abrirse a los diversos sectores del país para generar un frente masivo y nacional que permita contrarrestar al gobierno e iniciar un proceso de cambio y transformación para enfrentar la crisis y construir un futuro inclusivo y sostenible.
Ahora, que se plantean nuevos escenarios donde será decisiva la participación de todos, creemos que es el momento de profundizar sobre lo que significa la “calle” para nosotros. Esto es, no sólo el lugar para reunirse a manifestar, sino el nuevo espacio donde debemos encontrarnos los venezolanos, para establecer nuevos pactos de convivencia y nuevas alianzas de solidaridad.
La situación actual es de gran necesidad y urgencia, y no caemos en falsos alarmismos cuando decimos con responsabilidad que, en el futuro inmediato, empeorará. Para atravesar estos contextos de adversidad debemos construir redes de apoyo que partan de lo familiar y lo trasciendan, para enfrentar los enormes problemas de nuestro entorno.La calle es,entonces, el lugar donde buscar, generar y sumar esfuerzos.
Esta visión viene refrendada por nuestra experiencia en las comunidades del Municipio Libertador. Allí llevamos a cabo experiencias como la iniciativa de #AlimentalaSolidaridad, un plan de alimentación para niños en edad escolar que funciona a partir de la articulación de diferentes grupos que hacen vida tanto en la comunidad donde funciona la iniciativa como en otros sectores de la ciudad.
El plan está diseñado para generar una respuesta a la situación de crisis alimentaria a nivel local. La red que conforma esta iniciativa comprende a madres, directores y maestros de escuela, vecinos, voluntariado, pequeños empresarios en el área de la alimentación, líderes y grupos comunitarios y organizaciones privadas. Gran parte de la logística de los comedores, preparación y servicio es asumido por miembros de la comunidad y beneficiarios del programa, que la organizan y vuelven operativa. Se establece un número de niños para atender, pero en el desarrollo del programa, la misma comunidad ha detectado a otros de sus miembros en situación crítica, como personas de la tercera edad sin apoyo familiar por ejemplo, y ha logrado incluirlos en el programa, de manera efectiva y continua.
De esta experiencia han salido contactos y acercamientos entre las personas que la integran. Se han establecido lazos de confianza que se traducen en opciones reales y operativas en el momento de articular respuestas a situaciones de necesidad y emergencia.Cuestiones tan sencillas, pero a veces tan vitales, como conseguir un medicamento, consejo legal, atención médica o psicológica,apoyo humano, se logran a partir de la formación de redes en las que la misma persona puede ser, a veces, beneficiario y otras facilitador de una ayuda.
Esta es la nueva calle a la que nos referimos. Con diferentes formas de participación. Que exige de nosotros abrirnos hacia el otro, reconocer problemas comunes, sumar esfuerzos, organizarnos y establecer objetivos reales, comprometernos y desechar divisiones estériles. Es la respuesta no sólo a la adversidad del momento, sino también ante la fragmentación social y la inmensa desconfianza y división que el gobierno de Nicolás Maduro ha estimulado y reproduce, como otra herramienta nefasta para perpetuarse en el poder.
Todos estamos sufriendo los embates de la crisis, la gran mayoría en formas que atentan contra su vida y la de los suyos. En la nueva “calle”es donde podemos reformular las formas de convivencia y solidaridad para volverlas operativas y funcionales, logrando la fuerza y la capacidad necesarias para afrontar los graves problemas actuales y lograr producir los cambios necesarios.
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