Nos encontramos ahora en medio de una situación inédita en la historia de nuestro país. El gobierno de Nicolás Maduro se ha atrincherado en el poder y para no ser despojado de este, viene desarmando el entramado del sistema democrático: Inhabilita procesos, reprime al resto de las agrupaciones políticas y a amplios sectores del país y coapta instituciones del Estado, imposibilitando la necesaria independencia de los diferentes poderes públicos.
La visión del poder total, en el que se pierde y se gana todo, repetida una y otra vez por voceros oficialistas, es incompatible con una realidad democrática, que plantea la existencia necesaria de una diversidad política, donde distintas agrupaciones cohabiten entre sí y las diferencias puedan consensuarse en acuerdos y negociaciones que repercutan positivamente en la vida de las personas.
Hugo Chávez recurrió a eventos electorales para avanzar en su proyecto de gobierno, apoyando siempre su visión personalista sobre la base de una popularidad que sostuvo y alimentó durante todo su mandato. El actual gobierno, impopular, tóxico y fuertemente cuestionado por la inmensa mayoría nacional, no se puede medir electoralmente. Atrapado en su visión de poder total, el escenario de una derrota en unas elecciones equivaldría, según su óptica, a su desaparición.
De allí la arremetida para bloquear el proceso de activación del referendo revocatorio. Tanto el gobierno, a través de figuras como la del alcalde de Caracas, Jorge Rodríguez, o Diosdado Cabello, pasando por el mismo presidente de la República y las representantes del organismo electoral, CNE, han declarado imposible la celebración de un referendo este año.
Se aluden causas técnicas, se vilipendia a los promotores y participantes de la iniciativa e incluso se define al proceso como parte de un plan golpista. Los pasos y requerimientos para la activación del referendo han sido frontalmente saboteados y dificultados desde este Estado secuestrado.
Al momento de escribir estas líneas se desconoce cuál será el pronunciamiento del TSJ al respecto. A la grave crisis que atravesamos, se le suma este estado de zozobra sobre el mecanismo democrático, el referendo, que podría iniciar el proceso de cambios que el país necesita y pide para salir de la terrible situación en la que nos encontramos y construir un futuro con un proyecto inclusivo y sostenible.
Como decíamos al principio, la situación es inédita. Nos lleva a replantearnos y repensar las formas de participación política. No para cuestionar los alcances de la democracia, sino para hacerle frente a un grupo que se ha hecho con el poder y usa los entes y mecanismos del Estado, ya no sólo con fines estrictamente personalistas, sino negando las necesidades y exigencias de la gente y actuando en detrimento de esta.
En días pasados reconocíamos la actitud del liderazgo de la MUD a abrirse a otros sectores de la vida venezolana más allá de lo político para cohesionar un gran movimiento nacional que pueda impulsar la activación del RR. En este sentido,llamábamos también a la inclusión de las comunidades populares y los sectores de la clase media en la construcción de ese gran movimiento, no sólo en apoyo para lograr acciones inmediatas como las del revocatorio, sino para consolidar un compromiso nacional entorno a la construcción del proyecto de vida al que los venezolanos aspiran.
El momento es de sensatez y encuentro, frente a la desesperación y el desánimo, la conflictividad y la represión planteadas por el Gobierno. De auténtica convivencia y del reconocimiento de los lazos que verdaderamente nos conectan con los demás, oponiéndonos a la desintegración social y a la imposición violenta de medidas arbitrarias desde el poder. Un momento de solidaridad en contracorriente a la exclusión y el egoísmo.
Nos encontramos en el ojo de la tormenta.
Con sus acciones el Gobierno está llevando al límite a la sociedad democrática, a través de la imposición violenta y represiva de sus políticas como la única opción que, considera, puede asegurar su permanencia en el poder. Una terrible decisión que augura sólo más padecimientos y dificultades.
Debemos reconocer esta situación, estar consciente de ella y buscar las formas de reaccionar y enfrentarla. Es una tarea difícil y un reto ineludible para definirnos como personas y como país.
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